sábado, 13 de marzo de 2010

Una imagen, un olor, un sonido, nos traen una vivencia que sigue viva, latiendo. Va más allá de que uno quiera o no, ese recuerdo vuelve sin ser llamado, sin permiso. ¿Por qué algo que queremos sepultar, olvidar, se nos cuela por los sentidos y vuelve tan vivo como siempre? Porque algo nos dice, algo nos reclama. Algo late en esa imagen, en ese aroma, en esa música, algo nos susurra, es un tiempo perdido que vuelve para ser recuperado. Esas evocaciones, esos recuerdos súbitos son señales que nos sirven de guía, porque cuando escuchas una canción que te hace acordar a otra época y sentís nostalgia, quiere decir que algo de lo que vos eras quiere volver. Y de a poco, tirando de esa punta del ovillo, guiados por ese recuerdo, llegamos a la otra punta, a esa palabra que siempre estuvo ahí y que vuelve, irrumpe, ni golpea la puerta, nos viene a reclamar porque quiere ser dicha. Un tiempo perdido que quiere renacer. Un tiempo perdido que quiere ser reencontrado. Es un tiempo perdido que entra por los sentidos, que irrumpe de golpe, pasado que se hace presente porque no puede esperar más. Y cuando recobramos ese tiempo perdido, algo renace en nosotros y volvemos a sentirnos vivos... volvemos a ser nosotros mismos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario